Escribo
en un soporte distinto al que veníamos comunicándonos pero que para muchos de ustedes no les resultará desconocido. Los nuevos espacios (blog, google drive)
con los que interactuaremos durante un tiempo será la ocasión para explorar
nuestros universos vocabulares y temáticos. Quisiera reflexionar sobre esto.
Hace un tiempo se afirmaba que la blogosfera desaparecería frente al surgimiento
de otras especies digitales, sin embargo, esto no ha sucedido. Lo dicen los 164 millones de blogs que se contaban en el año 2011 en
la web. Lo dice el 56, 5% de ustedes, estudiantes del segundo año de Ciencias
de Educación que consultan habitualmente blogs.
En especial han declarado sus preferencias por blogs académicos, periodísticos
y personales literarios[1].
El blog, diario a bordo, bitácora, diario en línea en el que el
enunciador escribe artículos en forma cronológica, que
suelen ser comentados por un grupo de lectores, se presenta entonces como un
escenario que convoca todavía a lectores y autores. En ellos los autores desean
reflejar y pueden expresar su propia voz. En particular, son los jóvenes los que toman
la palabra como blogueros, twiteros, cibernautas. Señala R. Reguillo (2012,
p.149) que los jóvenes no piden permiso, asumen sin timidez los riesgos de su
enunciación, accediendo a una posición de autoridad.
Hace varios años una nota
periodística de Diana Klinger señalaba que los blogs eran máquinas de producir subjetividades, espacios para compartir y
testear lenguajes, gustos, preferencias de consumo cultural, opiniones y
pequeñas rebeldías cotidianas de contra la fuerza aplastadora de la realidad (…)
Invisibles, sin marcas en el vestido, el peinado o el cuerpo, las tribus de
blogueros existen no solamente en el espacio virtual. Los comentarios continúan
en otros ámbitos, en las relaciones cara a cara. O sea que, además de máquinas
de producir subjetividad agreguemos que los blogs también son máquinas de
producir comunidades (Sal Paz, 2010, p327).
Sin duda, en las
comunidades existen dificultades, conflictos, problemáticas que atraviesan los
discursos porque en el ciberespacio también se reproducen esquemas
antidemocráticos, excluyentes, racistas y xenófobos pero, no dudo que, algunos, sino muchos, pueden constituirse en lugares de prácticas discursivas
contrahegemónicas. De aquí la
importancia que tiene el desarrollar nuestra capacidad no sólo como lectores sino como
autores hipermediáticos. Las prácticas de transformación se apoyan en la experiencia de expresar la voz, dejando atrás la cultura del silencio. El pronunciar la palabra creará así condiciones para un nuevo modo de experiencia.
[1]
Fuente: Encuesta sobre Prácticas comunicativas digitales de la cátedra Comunicación y
Educación, 2018. Otros datos interesantes son: el 95,6% cuenta con celular conectado a Internet, el 34% solo lee los blogs, el 17,4% usa la netbook de Conectar Igualdad, el 13% lee diarios en línea.
Primer Parcial 2018
Educación y Vida de J. Huergo
Pedagogía de la Comunicación de Kaplún
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