jueves, 16 de mayo de 2013

Desde la comunicación a las prácticas educativas

A lo largo de los últimos encuentros hemos abordado diversos temas: el concepto de comunicación, lo no verbal, su relación con las emociones y los planteos de la comunicación no violenta. Estas temáticas habían obtenido el 57% de preferencia entre las elecciones de los puntos de interés del programa. Recordamos, en un primer momento, que la palabra comunicar aparece en el s. XIV con el sentido básico de “participar en”. Se aproxima al significado originario del lat. communicatio-onis: participación. Hasta el siglo XVI comunicar y comunicación se acercan a comulgar y comunión, términos más antiguos (siglos X-XII). A partir del significado de “participar” aparece en el siglo XVI , el sentido de “practicar una noticia”. Desde entonces hasta fines del siglo “comunicar” comienza a significar “transmitir” (una enfermedad, por ej.) De este modo, el sentido de transmitir cobra importancia relegando a un segundo plano al de “participar, compartir”. Este último sentido se extiende en los países europeos, sobre todo, a través del lenguaje periodístico (Bateson, 1984). A partir de esta reflexión señalamos la necesidad de entender la comunicación no ya como un problema de recepción y emisión de mensajes aislados y abstractos sino como una gran sincronización de ritmos y movimientos generados por vivencias, emociones, sensaciones y pensamientos (García, 2008). En esta interacción sincronizada cobra gran importancia los llamados aspectos no verbales si se tiene en cuenta que en una conversación cara a cara el componente verbal es el de un 35%, y más del 65% refiere a lo no verbal (Mc Entee, 1998). Mientras lo verbal se utiliza para comunicar información, lo no verbal funciona para comunicar estados emocionales y actitudes. A través de especialistas como David Goleman o del psicólogo social Brian Parkinson revisamos la importancia de trabajar en la educación el desarrollo emocional. Desde el ámbito de la biología del conocimiento, H. Maturana (2001) va a subrayar que: “Lo peculiar humano no está en la manipulación de herramientas sino en el lenguaje y su entrelazamiento con el emocionar. El vivir humano se da en un continuo entrelazamiento de emociones y lenguaje como un fluir de coordinaciones consensuales de acciones y emociones”. Culmina este autor marcando que la emoción fundamental que hace posible la historia de hominización es el amor. El amor es la emoción que constituye el dominio de conductas donde se da la aceptación del otro como un legítimo otro en la convivencia, y es ese modo de convivencia lo que connotamos cuando hablamos de lo social (2001:5). Por último, un aspecto que fue valorado en las clases fue el cómo regulamos nuestras emociones. Desde este punto de vista trabajamos los planteos de M. Rosenberg sobre la comunicación no violenta o compasiva. ¿Será valiosa esta propuesta reflexionar sobre las prácticas comunicativas en las aulas? A continuación los invitamos a dejar su comentario tomando el caso de la secuencia de la película Entre murs.